En su permanente actualización de conocimientos, los docentes universitarios vienen conociendo una serie de metodologías que contribuyan a mejorar el aprendizaje de sus alumnos. Uno de estos nuevos modelos es el de “aprendizaje invertido” o flipped classroom(FC), que busca mejorar las competencias comunicativas, digitales y organizativas; además de convertir a los espacios de enseñanza en espacios de aprendizaje, entre otras características.
“Es un modelo pedagógico que transfiere la instrucción directa del espacio grupal al individual, convirtiendo el aula en un espacio de aprendizaje dinámico e interactivo, donde el profesor guía a los alumnos mientras estos aplican lo que aprenden y se involucran en el objeto de estudio de forma creativa”, explicó Raúl Santiago, doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Navarra y actual catedrático en la Universidad de la Rioja.
Al comparar la metodología tradicional con el nuevo modelo educativo que promueve, el experto español señaló que la primera de ellas tiene lugar en el aula, cuando la instrucción es brindada por el profesor, el estudiante asimila esa instrucción y realiza una “actividad” para mejorar esa asimilación.
Mientras que en el FC el aprendizaje se da antes de la clase y durante la clase. En el primer escenario, los estudiantes reciben y asimilan la instrucción a través de medios indirectos (videos u otros preparados por el docente); y en el aula, el estudiante realiza actividades para mejorar el aprendizaje con el apoyo del profesor, manifestó el coordinador del grupo de investigación a nivel mundial sobre dicho modelo, durante la conferencia organizada por el Vicerrectorado Académico de Pregrado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM).